Octavio Rodríguez Araujo

Octavio Rodriguez Araujo

Angélica Vázquez Cuellar
Estamos ante un texto íntegro que brilla por su síntesis y profundidad analítica, siempre de diálogo con análisis y opiniones divergentes.

"... la cuestión crucial es si estos nuevos partidos son capaces, no sólo de tomar el poder, sino de cambiar desde éste la correlación de fuerzas dominante por otras condiciones en las que las mayorías puedan realmente mejorar su situación"

Angélica Cuellar Vázquez
Ciudad de México, 18 de Agosto de 2016

El texto de Rodríguez Araujo está compuesto por 170 páginas en las que encontramos más de 250 referencias en el cuerpo del texto, así como más de 100 fuentes documentales de más de 70 autores diferentes. Con ello quiero decir que estamos ante un texto íntegro que brilla por su síntesis y profundidad analítica, siempre de diálogo con análisis y opiniones divergentes. En cinco capítulos el lector encontrará una perspectiva distinta sobre un debate de suma pertinencia para las ciencias sociales hoy en día; saber hasta qué punto los sistemas de partidos políticos actualmente son capaces de contener las múltiples expresiones socio políticas de un mundo en el cual la globalización del neoliberalismo es una realidad ineludible en cualquier aspecto de la vida.

La experiencia latinoamericana de las últimas décadas (y algunas expresiones en Europa occidental como Syriza en Grecia y Podemos en España) abrió una ventana para el cuestionamiento del neoliberalismo como política de Estado y las alternativas al mismo. Para Rodríguez Araujo "La cuestión crucial es si estos nuevos partidos son capaces, no sólo de tomar el poder, sino de cambiar desde éste la correlación de fuerzas dominante por otras condiciones en las que las mayorías puedan realmente mejorar su situación". En este sentido, en el libro encontraremos una reflexión aguda sobre los gobiernos de Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y Rafael Correa en Ecuador, todos ellos con una fuerte apuesta sobre las masas populares que, en las palabras de Rodríguez Araujo, nos plantean la existencia de una forma desviada de Estado por las particularidades de sus regímenes políticos.

La reflexión del texto ayuda a comprender las transformaciones habidas en América Latina. Principalmente en los partidos políticos y las instituciones de gobierno para adaptar las dinámicas y tendencias de transformación social a la lógica corporativa de las democracias de élites. El debate por la democracia desde la vertiente liberal de las élites políticas, enmarcado en el neoliberalismo internacionalizado, se centró en que la misma constituye una forma de gobierno no autoritario y un esquema electoral no clasista, con las mínimas condiciones para garantizar la pluralidad electoral y con una tendencia a individualizar la práctica política mediante las instituciones del Estado; así, dejó de pensar en la democracia como forma de vida apegada a la justicia social, fuera de los marcos jurídicos institucionales de la participación política electoral. Se quedó empolvada en el armario la viaje fórmula revolucionaria que buscaba la toma del poder no sólo para destruir al capitalismo, sino para destruir también el Estado burgués, en tanto aparato de dominación de clase. Siguiendo el argumento de Rodríguez Araujo, de ahí se desprende que, en las organizaciones de izquierda, incluso algunas que se reivindican como radicales, se plantee la toma del gobierno y del aparato estatal para desde ahí, en el mejor de los casos, pugna por un modelo capitalista más amable en su voracidad y una democracia, en tanto modelo electoral, que sea el marco regulatorio de la sociedad en su relación con el poder.

El capítulo primero consta de un análisis histórico al que Rodríguez Araujo somete la noción de 'partido político', así como de los enfoques analíticos a los que ha sido sometido el término. El acento en diferentes expresiones de su organización y estructura interna, así como la relación entre partido político y sociedad en la dinámica de distribución de poder en las sociedades.

El capítulo segundo nos plantea la declinación de los partidos políticos antisistema, sobre todo los de izquierda. Por un lado, los partidos antisistema radicales de izquierda moderaron sus demandas para acercarse en el mapa electoral a los mayoritarios y, por otro lado, tanto aquellos como los que se ubican en los marcos de la política convencional experimentaron un decrecimiento de su apoyo electoral. Para Octavio, ambas cosas fueron parte del mismo fenómeno, dando como resultado la declinación de los programas antisistema de los partidos y adaptando los mismos a las exigencias de un mundo en proceso de globalización neoliberal.

Rodríguez Araujo enfatiza la relevancia que para los pensadores marxistas representó la experiencia del partido comunista y socialista en las diferentes latitudes del mundo, pues constituyó una piedra angular en el desarrollo teórico de sus postulados. También en este capítulo encontraremos un análisis detallado del eurocomunismo como ejemplo de la estructura de los partidos políticos occidentales, señalado por la relación entre programa político - organización, y estructura interna - contexto socio histórico. Posteriormente, el texto nos explica el proceso de social-democratización de los partidos socialistas y comunistas, así como las reestructuraciones de los partidos y gobiernos de Europa occidental tras la adopción de la 'tercera vía' como reflejo de la globalización neoliberal y la pérdida de autonomía de los gobiernos en relación con la economía de mercado.

El capítulo tercero dedica su atención a la participación política en marco de la 'tercer ola democrática' y discute en todo momento con la hipótesis de la tendencia decreciente en la participación electoral. Para el caso de América Latina, el autor analiza las 'transiciones democráticas' a la luz de las negociaciones entre las élites políticas nacionales y el gobierno intervencionista norteamericano, sobre todos las que se enmarcaron durante los gobiernos de Reagan y G. W. Bush padre a finales del siglo pasado (Granada y Panamá son ejemplos de éste fenómeno). Así pues, en algunos países la desilusión política y la tasa decreciente de participación electoral podría ser explicable por la fuerte desilusión social provocada años más tarde por el deseo y nuevo 'régimen democrático' emergió a la sombra de la negociación entre las élites nacionales y la hegemonía política norteamericana.

Partiendo del análisis de Peter Mair sobre el sistema de partidos políticos y los modelos democráticos de varios países en Europa occidental, Rodríguez Araujo nos dice que la situación del sistema de partidos políticos en América Latina es distinta en múltiples sentidos, empezando porque en Europa occidental las estadísticas sobre el fenómeno tienen un mayor grado de fiabilidad; de tal forma, los modelos de 'democracia consolidada' europeos no ofrecen un comparativo adecuado frente a América Latina. En el caso latinoamericano, las transformaciones en los sistemas de partidos políticos en la región obedecieron, o tal vez fueron consecuencia, a la rápida expansión de la globalización neoliberal asumida por muchos de los gobiernos; de ellos devino la formación de nuevos partidos políticos en oposición, adoptando modelos populistas o socialdemócratas de contenido anti-neoliberal, más no anticapitalista. En su mayoría, estos nuevos partidos asumieron posturas a favor de la intervención del Estado en la regulación del mercado y de algunas políticas sociales propias del viejo modelo de Estado de bienestar.

En la reflexión presentada en este libro, la situación electoral sobre la tasa decreciente de participación varía en cada país; lo que sí podemos decir, siguiendo al autor, es que la globalización del neoliberalismo modificó sustancialmente la estructura y agenda de todos los sistemas de partidos en la región y que estableció las coordenadas del posicionamiento de los partidos al interior de cada país, algunos radicalizándose a izquierda o derecha pero siempre en relación con el modelo neoliberal de Estado y gobierno.

El capítulo cuarto del libro está dedicado al análisis comparativo de los países latinoamericanos con una revisión simultanea de sus particularidades historio políticas. Rodríguez Araujo revisa los casos de México, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Perú, Panamá, Costa Rica, Honduras, Paraguay, El Salvador, Colombia, Chile, Nicaragua y República Dominicana. De los cuales México y República Dominicana movieron su régimen político hacia el neoliberalismo; mientras que en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y Venezuela los regímenes políticos se han opuesto y cuestionado al neoliberalismo e incluso plantearon alternativas. Por otro lado, Perú y Panamá son países con un régimen político neoliberal bien cimentado en su historia socio política, e incluso militar.

Países como Costa Rica, Honduras, Paraguay y El Salvador son representativos de la disminución de participación electoral; en cada caso, por diferentes causas estructurales. Chile representa un caso particular pues es el único país latinoamericano donde por la vía electoral quiso construirse el socialismo explícitamente. Nicaragua también aparece en la lista de países excepcionales por la historia del sandinismo en la región y la participación del mismo en la construcción de gobierno.

El capítulo quinto, es uno de los más interesantes y nutritivos del libro; está dedicado al binomio compuesto entre 'protesta social y partidos políticos'. A través de un análisis teórico y estadístico bien engranado, Rodríguez Araujo apunta que cuando el crecimiento económico de los países se estanca o es negativo, la población se aleja de los partidos políticos y confía menos en la democracia. Tras el ajuste estructural implementado por muchos gobiernos a partir de la segunda mitad del siglo pasado, posterior a la liberalización de las cuentas de capital a nivel global, en todo el mundo se agudizaron las condiciones de pobreza y desigualdad y con ello no tardaron en aparecer epicentros de protesta social en diferentes latitudes. De ello se desprendió que muchos analistas consideraran rebasados a los partidos políticos como espacios de participación e incluso hubo quien proclamó que los protagonistas de la historia del siglo XXI serían los movimientos sociales tras el ocaso de los partidos. Aunque efectivamente se dio un fenómeno de alejamiento de los partidos políticos y la sociedad civil, esto definitivamente no se tradujo en un agotamiento del modelo de partido como actor fundamental en el tablero de distribución del poder nacional, mucho menos en los países donde los movimientos sociales han sido claves para el ascenso al gobierno de partidos políticos que tradicionalmente habían sido oposición al régimen (como lo ilustra el caso brasileño).

En suma, se trata de un texto que sin duda reanima con nuevas incógnitas el debate en torno a los límites y alcances de los partidos políticos en el contexto mundial actual. La participación ciudadana al margen de los partidos políticos, catalizada por la inconformidad producida por las políticas públicas de corte neoliberal que asumen algunos gobiernos, es reflejo de la crisis del modelo liberal de democracia representativa. Paralelamente, aunque hay ejemplos recientes del ejercicio de otro esquema democrático directo y participativo, no hay evidencia de que una democracia de este tipo se haya sobrepuesto al modelo representativo de corte liberal. Igualmente, en palabras de Rodríguez Araujo, tampoco hay evidencia de que un movimiento social que no devenga partido pueda sustituir a las organizaciones partidarias en términos de su capacidad de construir alternativas perdurables que transformen la correlación de fuerzas entre las élites políticas y las mayorías.

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